Si alguien te ha contado algo sobre mí, sin importar lo que sea, créelo.
A menudo escuchamos a las personas hablar de los demás, algunas veces de manera constructiva y otras de forma destructiva. Aunque el término "destructivo" pueda sonar fuerte, es crucial comprender su verdadera raíz. Para ello, debemos partir de un principio fundamental: toda observación está filtrada por quien la emite, no por el objeto observado. Es decir, lo que alguien dice de otro siempre refleja, en cierta medida, lo que habita dentro de sí mismo.
Cada juicio que una persona expresa está impreso en su ser. Al hablar de otro, en realidad está revelando su propia vibración interior, ya sea gratitud, empatía y amor, o ira, desconfianza y resentimiento. Es por eso que, cuando alguien menciona el ego constantemente señalándolo en los demás, sin darse cuenta, está exponiendo su propio estado interno. Lo que expresamos no es ajeno a nosotros, sino un espejo de nuestra memoria emocional. Lo llevamos como una mochila, una carga que pesa aunque no siempre seamos conscientes de ello, como el burro de San Vicente, que soporta su carga sin sentirla.
El impulso de hablar negativamente sobre otros suele estar motivado por la necesidad de depurar una emoción interna. A través de la crítica, alguien busca alivio, una forma de liberar su propia incomodidad. Sin embargo, en ese acto de comparación, él es malo, yo soy bueno se encierra una trampa autodestructiva. Al proyectar lo negativo sobre otro, refuerza aquello mismo dentro de sí. Si el receptor de la crítica responde en la misma frecuencia, el ciclo se repite: ambos se nutren mutuamente de esa negatividad, sin advertir que la conversación, más que ser sobre el otro, es una confesión del propio estado interior.
Entonces, ¿qué hacer cuando alguien te habla mal de otra persona?
Primero, escucha con atención. Luego, comprende que Pepe, al criticar a José, en realidad está hablando de sí mismo. Si cambias el nombre de José por Pepe, podrás ver con claridad cómo se siente Pepe y qué lo lastima en ese momento.
Si tienes la suficiente empatía y paciencia, puedes preguntarle con amor cómo está, insistiendo sutilmente para que comparta su verdadero sentir sin disfrazarlo con juicios sobre los demás. En ese proceso, estarás ayudándolo a liberar su dolor desde la conciencia, en lugar de reforzar su carga. Y si no tienes la confianza suficiente o no puedes retirarte, una alternativa es contrarrestar la negatividad con comentarios positivos. Esto genera un efecto disruptivo, sacude el esquema mental del interlocutor y lo lleva a la reflexión. Al dirigir la conversación hacia una energía más elevada, no solo proteges tu propia vibración, sino que también siembras una nueva posibilidad para el otro.
Este ejercicio no nos hace superiores, ni significa que alguna vez podamos estar libres de juicio. Incluso hablar excesivamente bien de los demás es un juicio, pues implica una necesidad interna de expresar algo sobre nosotros mismos. Lo importante es reconocer que, si en algún momento hablamos mal de alguien, es porque algo dentro de nosotros no está en armonía. Cada pensamiento y emoción sobre los demás es una invitación a mirarnos, a revisar nuestras propias cargas y a evolucionar hacia una versión más consciente de nosotros mismos.
Que cada palabra que pronuncies sea un puente hacia tu propia transformación.
Te envío un cálido abrazo. Que tengas un hermoso día.
Jivriel y equipo de tienda vital. ️
Ingresa y mira todo lo que tenemos para vos: www.tiendavital.ar